Y como del dicho al hecho hay mucho trecho y como el hecho ya transcurrió vamos a valernos del dicho para resumir grandes actos y pequeños acuerdos, entre el escritor y su historia, entre su memoria y su olvido, entre tu y yo.

martes, 4 de diciembre de 2012

Estaba Mareado.






Estaba mareado. Cuando estaba cerrándose la cremallera marciana entró con mucho amor, descalabro, café negro, pásame un cigarrillo, esto es sólo para ti, esta musiquita es solo para ti, no importa si no te has bañado, ven para acá, te tengo, no cierres la ventana, pero por favor no llores, te juro que estaré junto a ti cuando llegue la lluvia de noviembre, ven para acá, ven a mis babas, anoche no pude dormir, eres sensacional, déjame meter mis dientes en tus dientes, déjame tumbar todas tus palabras, las quiero manosear, quiero restregar mi cuerpo en cada una de tus palabras, en tu nombre, pero por favor sigue, no soporto más el día, mira esos perros allá cerca de los árboles, no cierres la ventana, pásame otro cigarrillo, háblame cerca del oído, quiero que tus palabras se metan por toda mi sangre, háblame de lo que más te gusta, de tu jabón preferido, de tus blusas vaporosas, de tus pantalones que huelen a días molidos, ven para acá, te tengo, ábrete un botón y luego otro, y otro. Y háblame de tu amor, descalabro, angustia, café negro, ven para acá, te tengo, no cierres tu ventana, pocillo, vaso.

domingo, 22 de abril de 2012

Y tú, ¿qué ves?



“Un hombre sabio nunca busca la guerra, pero siempre está preparado para ella.”
-Thor, la película.

Alguna vez alguien dijo que en la variedad estaba el placer, y después de haber probado un poco de todo, tal vez, sea una de las frases más confirmadas y acertadas en el mundo actual. La variedad llena los espacios que la unidad no puede lograr. La variedad y la novedad, dan cierta curiosidad y morbo que te hacen querer brincar al mar pero quedarte en la playa al mismo tiempo. Ese es el placer de lo extraño, de lo inseguro, de lo innovador.

Pero, para llegar a algo nuevo (o acomodado), hay que poner en una licuadora las necesidades propias y ajenas, las oportunidades que no han llegado y las que están más cerquita, lo que tienes en mano y lo que está en tu mente. Mezclar bien, producir y vender. De eso se trata el emprendimiento, de vender una idea, en un objeto, tomándolo como un todo, viendo la adversidad y la competencia.

La maña es, entonces, una forma de pensar y divisar el mundo desde un punto de vista más arriba de lo común, ver el paisaje y entender lo que en él hay, pero más aún, saber lo que en él, aún no está.

martes, 7 de febrero de 2012

¿Cumpleaños Qué?




A muchos en este país se les olvida que no hay necesidad de gobernar para cambiar la forma de pensar de las masas. También se les olvida que no sólo la comida nos alimenta. Que no hay que ser bonito y cultural para que te tomen en cuenta. En cambio, a mí, se me hace difícil recordar qué carajos hacer cuando se acerca la fecha de mi nascere (o de mi eclosión, si mi mamá fuese una crisálida).
Faltando largamente menos de quince días para cumplir mis 19, me agarró la curiosidad (o como decimos en la costa: me dio piquiña en el culo) por saber qué sentir cuando lleguen las nueve de la mañana del veinte de febrero, del que según unos intelectuales (y descuidados) indiecitos mexicanos, sería el último año de la vida como la conocemos: “un mundo de odio y materialismo”. A mí no me da mucho miedo aquello del veintidós de diciembre. Lo que sí me aterra, es morir con hambre, o morir sin haberle dicho a mi mamá que la amo. Cosas así.
No sé, se me hace extraño cumplir años. Antes, cuando era niño, el día me valía verga porque sólo me interesaban los regalos y lo que mis papás pudieran hacer ese día para mantener feliz al niño de la casa. Ahora, sólo hay varias llamadas importantes, uno que otro regalo y demasiadas felicitaciones por numeradas redes sociales, con las mismas palabras de siempre, que ya están más estiradas que teta de abuela y pierden el sentido aún más, al ponerle signos de exclamación.
Supongo que debe ser un día alegre. Antes los era. Antes, cuando tu burbuja no se magullaba por comentarios ni por el egoísmo de la gente, sino porque uno de tus amiguitos le había metido el dedo al pastel primero que tú o porque tu vaso de Coca Cola no estaba tan lleno como el de tu papá.
No creo que deba ser un día triste, porque a menos que muera alguien –toca madera-, pendejo yo o alguien que se deje amargar o entristecer por individuos aledaños, sin importancia, que terminan siendo los mismos que le ponen “X” al final de las palabras y para los que el morado nacarado es la prenda de elección los fines de semana. Es mi cumpleaños y le tiro pastel a quien quiera.
Es cierto que ya no me emociona tanto cumplir años. El hecho de que la mayoría de la gente que quiero esté lejos de mí, es un sentimiento muy feo, no me derrumba, me golpea, pero no me dejo caer. Soy de los que hace con lo que tiene y ¡rayos que no cambiaría por nada (ni siquiera mis gomitas preferidas) el no tener a los que tengo al lado!
Creo que lo mejor será tomar las cosas como vengan, sin expectativas pero también con un poquito de ganas. No hay que apresurarse, más años vendrán. Creo…

domingo, 8 de enero de 2012

Gracias por el Fuego.

La beso, a ella la beso, y no soy hipócrita. La beso como podría morderla, y a veces la muerdo, o comérmela y masticarla y digerirla. Porque hay una desesperada necesidad, casi diría una obligación, de marcar al otro, a la otra, aunque sea con los dientes, y aunque alguno de estos sea postizo. Dejar una marca propia es cosa de vida o muerte, o de muerte solamente, porque la intención subterránea es pasar la muerte, es seguir existiendo después del fin. Y a esos efectos tanto sirve la existencia de un hijo como la de una cicatriz. Después de todo, también el hijo es una cicatriz. Buena definición para proponer a la Academia. Hijo: cicatriz de amor.

Mario Benedetti.