Juan used to tell me many stories. He told me stories about life, about pain, love, sex, about family and friends. Stories he heard before from people he barely knew.
Un día, Juan me contó una historia sobre una pareja. Era la historia de dos amantes. Dos amantes que se unieron una noche buscando algo más que amor; eso no les importaba. Sólo querían compañía. Y qué mejor compañía que la de un extraño que pretende escucharte cuando en su mente te imagina en todas las posiciones mientras muerde sus labios y saborea una cerveza, frunciendo el ceño y tratando de parecer interesado en lo que dices, pero con ese toque perspicaz y coqueto que no puedes dejar de observar.
-Los amantes no se enamoran, Javier. O por lo menos, no con el corazón. Los amantes sólo buscan perderse en los sabores del amor carnal- me susurró Juan.
-Esto es amor- me decía, mientras inclinaba mi cabeza y rosaban mis labios con los suyos. Luego me tumbó a la cama y apretó sus caderas contra las mías, empuñaba mis manos y tocaba agresivamente mi cuerpo seducido y decía -esto es pasión, ¿ves la diferencia?-
En aquel momento la noté y no me importó. Ahora la evoco, aunque ya no la recuerdo. En ese instante me valía madre mi existencia, no la de nosotros. Con saber que él moría por mí, me bastaba.
La historia continuó, los amantes tomaron sus cervezas mientras pretendían escuchar y definían conquistar. Ambos sabían a qué iban pero no sabían cómo llegar a ello, ya que las palabras y pensamientos del otro se parecían tanto a las suyas que más que fascinados, iban quedando confundidos y alterados porque ninguno quería caer, pero no paraban, querían ver hasta dónde podían llegar sin involucrar los sentimientos, los malditos sentimientos que en este caso, lo hubiesen podido dañar todo.
La conversación terminó y las ganas se saciaron en un árbol detrás del bar. Gemidos, caricias, mordiscos, lamidas y nalgadas se podían apreciar. Una noche de pasión que ninguno olvidaría, pero que no repetirían. Luego de acabar y vestirse, sonrieron, uno picó el ojo, y el otro emprendió la marcha a su pronta realidad. Desfogue de energías y pensamientos aún se siente en aquél árbol. El valor del sexo sin compromiso que sólo los amantes pueden comprender…
La historia terminó, y Juan me acarició y me besó. Yo me levanté y le dije- lo siento, debo irme. Tengo que contar la historia de dos enamorados que hacen promesas al viento y hacen el amor en vez sexo. Debo contar la historia dos enamorados… que no se han conocido aún…-
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